¿Cómo afecta la iluminación exterior a las zonas costeras durante la noche?
Las tortugas marinas que año con año arriban a distintas costas en todo el mundo para anidar y así preservar su especie, son criaturas que existen desde hace 100 000 000 de años. Si lo comparamos con el tiempo que los humanos modernos llevan en la Tierra, que es alrededor de 200 000 años nos podemos dar cuenta que en tan solo un minúsculo periodo de tiempo, las actividades humanas han afectado de manera considerable su ecosistema.
Al día de hoy solo subsisten siete especies de la familia chelonidae, seis de las cuales se encuentran en peligro de extinción. Las razones son variadas pero con una grave constante, todas involucran la participación humana ya sea por la pesca tanto legal como ilegal, la destrucción de su hábitat, así como la alteración de su ciclo de reproducción.
Como resultado de un lento proceso de adaptación y evolución, las tortugas aprendieron que anidar en las costas durante la noche evitaba la intervención de sus depredadores naturales. De igual modo, cuando las crías salían del cascarón durante las horas de oscuridad, su instinto de supervivencia les dictaba que seguir la luz más brillante (en este caso el mar) significaba vida.
Esto se debe a que la superficie acuática tiene un albedo* más alto que la tierra (agua: 0.10 – 1.00 — tierra/arena: 0.10 – 0.40), en tal caso, el agua tendría que reflejar la luz del cielo nocturno con mayor intensidad y esta sería la señal para que las tortugas recién nacidas tomaran su ruta hacia el océano.
Es aquí cuando la iluminación artificial participa como un factor negativo dentro de este proceso natural. En principio porque las zonas costeras ya se encuentran ocupadas en su mayoría por asentamientos humanos y para su funcionamiento son necesarias los sistemas de iluminación, además, contrario a este tipo de especies nocturnas o crepusculares que su vida depende de los ciclos de luz natural, los humanos hemos sido capaces de adaptarnos a ciclos artificiales de luz.
Y no solo las luces aledañas a la playa son el problema, aquellas que se ubican a unos kilómetros «tierra adentro» también emiten un brillo con efectos nocivos para las tortugas, tal es el caso de gasolineras, centros comerciales, condominios o campos deportivos.
Como resultado, las tortugas marinas que nacen bajo estas condiciones no saben distinguir entre la luz artificial y el reflejo del mar, por lo que siguen aquella que es más brillante, lo que suele terminar en desenlaces desagradables.
Entre los estudios que se han realizado para concientizar sobre el problema, el Instituto de Investigación Marina de Florida presentan las respuestas de orientación y electroretinografía fisiológica* (ERG) de las crías de tortuga verde frente a los distintos rangos del espectro de la luz y así analizar cuán atractiva es la luz para las crías de tortuga, mientras que la curva de respuesta ERG da una aproximación de cuán brillante les parece la luz.
Otra gráfica muestra las respuestas de orientación de cuatro especies de crías de tortuga marina frente al mismo espectro, las cuales se midieron como la proporción de crías que eligieron una “ventana” iluminada con una fuente de luz de color sobre otra similar pero oscura.
Lo ideal sería mantener las zonas costeras en completa oscuridad durante la temporada de anidación y eclosión, pero es evidente que está fuera de las posibilidades, por lo que se recomienda que en los proyectos de diseño y actualización del alumbrado, los encargados consideren varios factores para encontrar un equilibrio entre ambas necesidades.
Dentro de la industria de la iluminación, asociaciones como la IES, CIE o la IDA (International Dark Sky Association) han presentado manuales y ordenanzas dedicadas al cuidado de los cielos oscuros con apartados enfocados en el cuidado de las tortugas marinas, mismos que han servido como guías prácticas para darle forma a las legislaciones que las protegen.
Sin embargo, no todas las costas corren con la suerte de involucrarse en proyectos de iluminación con las especificaciones apropiadas, por lo que organizaciones ambientalistas como Sea Turtle Lighting o Sea Turtle Conservancy presentan tres puntos básicos como una respuesta inmediata:
Keep it low – Cuanto más bajo se encuentre la luminaria, menos probabilidades tendrá de ser visto desde la playa
Keep it shielded – Dirigir la luz evita que se vean fuentes de luz desde la playa, al tiempo que proporciona suficiente iluminación para las personas.
Keep it long – Las tortugas marinas tienen menor grado de perturbación con luminarias que posean longitudes de onda más largas (560 nm o más) para generar un color ámbar rojizo.
Y aunque a corto plazo han servido como unas guías prácticas para la solución de este problema, es necesaria la participación activa y colaborativa tanto de los gobiernos locales para cumplir con las leyes de protección y dar luz verde únicamente a los proyectos de iluminación acordes con esas disposiciones; de los coordinadores de dichas planeaciones para optar por la mejor solución y en especial de las comunidades costeras ya que son los usuarios finales y de no ser capaces de comprender toda esta necesidad, no servirá de mucho tener las luminarias correctas o los proyectos más especificados.
Algunos ejemplos de casos exitosos donde se puede observar la fuerte reducción de contaminación lumínica en varias propiedades junto a la playa en Florida: