‘Devs’ y la belleza de las máquinas perfectas
ENTREVISTA con Mark Digby, diseñador de producción de la serie y responsable del decorado más alucinante del año.
“Los componentes electrónicos son muy estéticos. Un microchip ampliado resulta tremendamente bello”. Quien me dice esto es Mark Digby, responsable de algunas de las imágenes más poderosas que hemos podido ver últimamente en una pantalla: las de Devs. Digby, diseñador de producción de Slumdog Millionaire o la reciente Farenheit 451, es el creador del alucinante y turbador laboratorio en el que se desarrolla gran parte de la primera serie de Alex Garland.
Digby y Garland son ya colaboradores habituales, así que no es extraño que la estética de Devs tenga relación con la de Ex_Machina, el filme más exitoso del director británico: una apuesta por los espacios interiores que combinan la sensación de amplitud y limpieza del vidrio y las transparencias con una atmósfera enrarecida y opresiva.
“Se trataba de crear una o dos localizaciones donde se concentraría casi toda la acción dramática”, dice Digby de la imponente casa de Ex_Machina. En el caso del laboratorio de Devs, había que proponer un sitio casi espiritual donde “no más de cinco personas hablarían de existencialismo”. En esas conversaciones, y en el solemne espacio en el que se desarrollan, radica gran parte de la potencia de esta miniserie que puede verse en HBO España.
“Teníamos que encontrar La Sala de Devs”. Así empieza Mark Digby su relato sobre cómo se definió ese lugar que, a su vez, definiría la serie entera. Un espacio “relacionado con la historia de los personajes” y del que Alex Garland tenía algunas ideas muy concretas. Como el director estaba muy puesto en los conceptos que manejaría la serie, su diseñador de producción admite que él y su equipo “tuvimos que convertirnos en expertos en seis meses”.
A la vista de los resultados, quién negaría que lo consiguieron: en Devs la máquina cuántica, conceptualmente inabarcable y todopoderosa, que centra la narración se funde con el espacio que la aloja y con los personajes que lo habitan. Y es, efectivamente, preciosa.
La Sala de Devs es un espacio tan increíble como lógico: un enorme cubo metálico suspendido en el vacío en el interior de una estructura brutalista de cemento plantada en un claro del bosque. Un edificio dentro de un edificio dentro de un prado dentro de una arboleda. “Devs es un proyecto absolutamente secreto y seguro”, continúa Digby, “así que situar una estructura flotando en el vacío tenía sentido: un entorno libre de interferencias, totalmente aislado. Y a la vez una habitación pensada para espíritus libres y mentes abiertas”.
Las mentes abiertas son las de los colaboradores más cercanos de Forest (Nick Offerman), genio de la informática que ha dado el paso más allá definitivo en un proyecto faraónico llamado, efectivamente, Devs: una máquina que trasciende todo lo inventado con anterioridad. Pero lo que Forest ha creado de la nada no es completamente marciano. “Se supone que ya se han construido ordenadores cuánticos, aunque estamos todavía en los comienzos de esa tecnología”, dice Digby.
Como Devs, la serie, lo que hace es proponer un siguiente paso en esa dirección, su diseñador de producción tuvo que imaginar cómo sería un Silicon Valley en el que proyectos como el de Forest pudieran efectivamente existir: “hay un cliché, anclado en la realidad, sobre cómo se trabaja en Silicon Valley, con todo lleno de columpios y juguetes, pero no creo que vaya a seguir siendo así en el futuro cuando esas empresas progresen. Sus entornos de trabajo se volverán más confinados y más serios”.
El de Devs desde luego lo es. Un lugar confinado, serio y más real de lo que podría parecer. “Apenas hay reconstrucciones digitales”, dice su creador. Y es que para recrear (perdón: crear) el laboratorio (perdón: La Sala) de Devs se construyó un cubo de 16 metros de lado que (y aquí sí que hay trucaje digital, evidentemente) flota dentro de un espacio cúbico mayor y hueco que, a su vez, está acotado por una segunda estructura exterior, también cúbica. Todo ello está configurado en forma de “esponja de Menger”, una figura de matemática fractal descrita por primera vez en 1926 por el matemático austríaco Karl Menger. Algo entre el Mindcraft y Escher.
Erudiciones aparte, la construcción es de una belleza apabullante. Tanto por su forma como por su interior dorado, una piel que en ocasiones parece viva y que Mark Digby justifica no sólo estéticamente: “si abres un ordenador puedes ver cómo muchos de sus componentes están hechos de oro. Utilizar recubrimientos metálicos y dorados para el laboratorio no sólo era bonito, sino que también tenía sentido”. También son dorados algunos de los elementos que conforman la máquina perfecta de Devs. Y también hermosos: “los computadores cuánticos tienen un aspecto fantástico, con piezas cilíndricas similares a un candelabro y tubos de oro, de titanio o de aluminio destinados a refrigerar un sistema ultrasensible”. Los tanques de vacío de la NASA, otro de los objetos reales que estudió Digby, también están forrados con oro.
Amaya, la empresa ficticia de la serie tiene, según su director de produccción, “un aire sectario”. Algo parecido ha ocurrido en torno a Devs, que ha generado a su alrededor un fanatismo muy particular desde su primer episodio. Eso les ha pasado a casi todas las series high concept de los últimos años… y a los dos proyectos previos de Alex Garland como director. En todos ha contado con Mark Digby como diseñador de producción. Y de todos se han destacado sus excelentes resultados estéticos. Así que quédense con su nombre: Mark Digby. El hombre que creó La Sala.
Fuente: fueradeseries.com